Veamos el caso de un hombre llamado Ernesto. El es consejero profesional y ha ayudado a cientos de personas, más cuando el tubo problemas nerviosos no sabía que hacer.
"Durante varios meses me excedí en el trabajo. Comencé a tener sensaciones extrañas, como que el corazón me saltaba un latido y extrema debilidad. Después de varios ataques de este tipo, casi me desplome durante una reunión publica".
"Mi doctor me informo que estaba sufriendo de cansancio nervioso y me recomendó que descansara. Después de una semana de tomar las cosas con calma, trate de volver al trabajo pero me sobrevino otro ataque, así que tome un mes de vacaciones. Pero durante las vacaciones recaí masomenos cada semana, con sensación de quemazón en mis brazos y en el torso. Todas las veces sentía como que me venia una ola, y me decía a mi mismo:" "¡Tu puedes vencerla!
Solo sigue luchando y demuestra quien es el que manda", pero siempre terminaba exhausto y temblando.
"Fui a una clínica para que me hicieran un examen minucioso. No me encontraron nada malo, pero esos malestares persistían".
Mis amigos me decían: "Trabajas demasiado. Debes tomar un descanso verdaderamente largo y entonces te sentirás bien". Descanse durante todo el verano, tanto que me arte. Echaba de menos mi trabajo. Me sentía culpable por “no ganar mi pan".
"Desesperado por algún alivio, me puse a pensar en que seria lo que estaba haciéndome mal. Me quede en casa. No viajaba en auto. Llegue a tal punto que dudaba de hacer algo por miedo a que pudiera provocarme un nuevo asalto de los temidos síntomas. "Pero siempre. Después de haber conseguido algún progreso, me venia otro ataque que me dejaba débil y deprimido. Ese verano tuve más de quince ataques.
"Un domingo me senté en la iglesia (en la ultima fila, por supuesto) y ore desesperadamente, le suplique a Dios que me sanara. Yo soy creyente.
He confiado en Cristo como mi salvador del pecado por muchos años. Pero esta enfermedad me lleno de dudas y desaliento.
"Mi esposa también se sentía desanimada después de haberme soportado durante tanto tiempo. Una mañana, ella “se escapo" a limpiar el ático. Encontró ahí un viejo libro y me lo dio para que lo leyera. La autora relataba como durante un buen tiempo le había sido imposible aceptar la muerte de su esposo, a quien habían matado en Ecuador. Su ira contra Dios se desvaneció cuando aprendió cual era diferencia entre una oración de resignación y una oración de aceptación. En la oración de resignación usted se limita a auto compadecerse, al mismo tiempo que derrama sobre Dios toda su amargura. En cambio, una oración de aceptación regocija; dice:"Padre, se que Tu todavía me amas, a pesar de mis circunstancias";"¿Podría yo hacer una oración así con convicción? Sabía que solo no podía, así que le pedí a Dios que me diera fe para hacerlo. Y dije esta oración: "Acepto esta enfermedad, aunque exista por el resto de mi vida".
Me fue difícil decir las ultimas palabras, pero cuando las pronuncie me sentí mas en paz de lo que me había sentido en mucho tiempo.
"A la mañana siguiente vino un amigo a darme un libro que el pensó que podía ayudarme. Ese libro describía exactamente mi condición, explicaba la causa y ofrecía la cura."
Después de leer solo durante media hora, yo supe que ahí estaba la clave. Le dije a mi esposa: “¡Estoy curado!” (Ella probablemente pensó que me había vuelto completamente loco.)Esperé ansiosamente que me viniera el próximo ataque. Rompí todas las reglas de preocupación que yo mismo me había impuesto. Trabaje duro y recorrí, viajando, varios cientos de kilómetros. Y entonces llego el ataque.
“Esta vez le di la bienvenida. Me fui al dormitorio, me recosté y extendí una alfombra roja de pensamientos para mis sensibles nervios y la adrenalina. Experimente una sensación de quemazón en todo mi cuerpo, la peor que había sentido hasta ese momento. Me Dije en voz alta: ¡Diviértete! Me estas tratando algo rudamente, pero no importa, porque ahora te comprendo. De ahora en adelante te apreciare como a un amigo y no te combatiré como a una enfermedad, porque tú eres tan solo un síntoma que no puede hacerme daño”.
“El malestar me duró media hora. Anteriormente me hubiera durado toda la noche y me hubiera dejado exhausto. Emocionado por el triunfo, entre a la sala con una amplia sonrisa en el rostro. Sobre la mesa descansaba el libro del Sr. Weekes y el otro libro que mi esposa había encontrado en el ático. Pensé que ambos me habían dado el mismo consejo pero en diferentes formas. Física y espiritualmente la respuesta al problema es la misma: aceptación”.
“Nota esta coincidencia, decidí estudiar muy bien la biblia para ver, con mas detalle, lo que ella enseña sobre la aceptación”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario