EL CASO DE GUILLERMO

Generalmente suponemos que un colapso nervioso solo le sucede a la gente débil que no sabe como hacer frente a la vida. Mas permítame contarle la historia de Guillermo.
El era un tipo corpulento y alto cuya fuerza física se igualaba a su fuerte voluntad y gran confianza en si mismo. Acostumbrado a ser líder de los demás, se convirtió en un prospero hombre de negocios. Pero aunque Guillermo no le tenía miedo a nadie, con el tiempo fue vencido por una enfermedad nerviosa. Veamos como paso.
Como trabaja 70 horas a la semana en su negocio, quedo agotado. Debido a su cansancio empezó a sufrir de fuertes jaquecas y dolores en el corazón. Siendo tan fuerte y con tanta fuerza de voluntad, Guillermo decidió que lo mejor era oponer resistencia, pero cada vez que luchaba contra los síntomas, estos volvían en oleadas. Poco a poco estos extraños malestares paralizaron su vida. Ordenaba su comida en un restaurante tenia que salir sin probarla cuando se sentía asaltado por olas de pánico y debilidad. Totalmente confundido, tuvo que vender su negocio durante dos años permaneció en su casa luchando contra su misteriosa enfermedad.
Mientras tanto, Guillermo había hecho amistad con algunas personas cristianas, quienes le hablaron sobre la manera de tener paz con Dios a través de Jesucristo. Le explicaron como nadie por si mismo podía ponerse en paz con Dios. Solo Cristo podía hacerlo, y ya lo había hecho ofreciendo su vida en la cruz por todos nuestros pecados. Guillermo pensó que esto no era mas que palabrería y así se lo manifestó a sus amigos, a quienes dijo: “¡Ustedes están equivocados! Si existiera un Dios, seria cosa de cada persona cargar su propio peso, hacer lo que pudiera para agradar a Dios y ganar un lugar en el cielo”.
Guillermo siguió combatiendo su enfermedad solo, hasta que un día descubrió un libro que explicaba la enfermedad nerviosa. El libro aconsejo a Guillermo que dejara de luchar y que aceptara el síntoma. A Guillermo le pareció que la sugerencia tenia sentido, así que la puso en practica y le resulto. Después de un par de meses de aceptar sus síntomas en lugar de combatirlos, Guillermo volvió al trabajo y a hacer nuevamente su vida normal. Se sentía como nuevo. Pero eso no es todo lo que Guillermo aprendió. Dejemos que el lo explique con sus propias palabras: “Aunque no lo crean, mis nervios me enseñaron que el Evangelio Jesucristo es cierto. Yo había luchado contra mis síntomas nerviosos durante años, sin que toda mi fortaleza y determinación pudieran salvarme. Sin embargo, la verdadera cura para la enfermedad nerviosa es muy simple: Dejen de luchar; dejen de tratar de curarse solos. Hubiera sido tonto de mi parte ignorar el remedio solo porque era fácil. La manera de Dios de salvarnos también es simple. Todo lo que tenemos que hacer es deshacernos de nuestro orgullo y del pecado y creer que Jesús murió por nosotros. Yo fui muy tonto al no aceptar esto antes, pero ahora se que no puedo ganar el favor de Dios y salvarme por mis propios medios. Cristo es el Salvador, no yo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario